el fancine - Web de cine - Blog de cine - Podcast de cine - AlvaroGP SEO y contenidos digitales
El nombre de la Rosa - Filología - Antena Historia - Podcast de Historia - Midway - el fancine - Blog de cine - Alvaro Garcia - AlvaroGP SEO - SEO Madrid

El nombre de la Rosa

Tabla de contenidos

Ficha técnica de El nombre de la Rosa

Título original: Le nomde la rose
Director: Jean-Jacques Annaud
Año: 1986
Nacionalidad: Francia, Italia, Alemania
Producción: Coproducción Francia – Italia – Alemania
Duración: 131’
Guión: Andrew Birkin, Gérard Brach, Howard Franklin, Alain Godard (Novela: Umberto Eco)
Fotografía: Tonino delli Colli
Música: James Horner
                       

Ficha artística

Sean Connery (Fray Guillermo de Baskerville)
Christian Slater (Adso de Melk)
Ron Perlman (Salvatore)
Michael Londsdale (Abad)
 

Hoy nos rasuramos la coronilla. Nos embutimos en un cilicio y nos ponemos un hábito, benedictino o franciscano. Y nos colgamos un crucifijo para llamar a las puertas de la Abadía de… La verdad es que Eco nunca nos dijo el nombre de la Abadía, cosa que me lleva directo a un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… Es decir, a mí me parece un guiño y un homenaje al mismísimo Miguel de Cervantes emulando sin citar al ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Novela de Eco llevada al cine por el genial Jean-Jacques Annaud

Repite fichando a Ron Pearlman para interpretar a Salvatore, el personaje más emblemático de la película. Ya os he hablado con anterioridad de este tándem Annaud/Perlman en los podcast de Cine y paleolítico, al comentar En busca del fuego y en Stalingrado en el cine, al hablar y debatir sobre Enemigo a las puertas.

Los verdaderos protagonistas, no obstante, será Sean Connery y Christian Slater, encarnando a Fray Guillermo de Baskerville y Adso de Melk respectivamente.

Una película europea, coproducción italiana, francesa y de la República Occidental de Alemania. La parte democrática de Alemania, la no comunista. Esto es importante destacarlo porque la peli es de 1986 y el muro de Berlín no caerá hasta 1989, tres años después.

La película costó la friolera de 17.5 millones de dólares

Para Europa era todo un reto… Pero recaudó 77 millones, lo cual demuestra que el cine, bien hecho, es rentable. Se filmó en 16 semanas culminando un proyecto de cuatro años en los que Annaud no paró de viajar de Europa a los Estados Unidos y de vuelta reuniendo al mejor grupo de profesionales posible.

Los interiores se filmaron en el monasterio de Kloster Eberbacj, en Frankfurt y los exteriores en una de las colinas de Roma. Combinaron escenarios reales, del monasterio con otros hechos en los decorados más grandes desde la filmación de Cleopatra en 1963. 

El narrador

El anciano Adso de Melk nos introduce mediante la narración de su propio pasado en las tinieblas de su existencia.

Narración que tendrá por objeto confesar, expresar o expiar sus pecados, o su mala conciencia. Todo mediante una catarsis narrativa, Esto es para poder expulsar de su interior los episodios que tuvieron lugar en una remota abadía,  “Cuyo nombre incluso ahora conviene cubrir con un piadoso manto de silencio”. Sí conocemos la fecha: allá por el año 1327, en plena restauración de la moral y la dignidad del sacro imperio romano a manos del Emperador Ludovico.

Desmarcándose pues del entonces papa Juan XXII, a quien no duda en tachar de “infame usurpador simoníaco y heresiarca que en Aviñón deshonró el nombre del apóstol”. Se ve que no conoció a Francisco I.

Marca así su postura distante hacia el Rey de Francia, defensor del Papa y sus compatriotas y para ello toma parte y se posiciona entre las filas de partidarios de Ludovico, vencedor de la pugna por proclamarse Emperador y a quien su propio padre, el de Adso servía.

Por entonces eran dos las corrientes de la Iglesia:

  • La Benedictina: en cuya orden había ingresado Adso por instancia del padre, concretamente en el Monasterio de Melk), y
  • La Franciscana, orden a la que pertenece Fray Guillermo, por entonces enfrentados al papa y cercana a las ideas de los teólogos imperiales en su defensa de la pobreza de Cristo

Guerras que ocupaban al padre y un Adso “descarriado” y no entregado por completo a sus quehaceres eclesiales, hicieron que, entre campaña y campaña, su padre reparara en él y decidiera encomendárselo a un sabio franciscano que partía hacia la península itálica en una misión cuyo objeto era secreto.

Hecha esta pequeña introducción… Creo que seria conveniente dar un paso atrás y mirar en perspectiva el momento histórico en el que se desarrollan novela y película. Porque sí, sabemos que es en la época medieval, y que se tiene lugar en una abadía remota. Y que aparece la Santa Inquisición, y hay dos órdenes religiosas que se citan para debatir, discutir y filosofar, y que existe un conflicto entre el poder terrenal, del imperio y el celestial, del papado.

Pero muy pocos sabrían, sobre todo tras ver la película, que quizás los lectores se centren mejor… ubicar la acción en el tiempo y en el espacio.

Empecemos por el espacio…

Esto no lo sabe todo el mundo. Si lo preguntas, incluso a muchos lectores de El nombre de la Rosa, nadie sabría decirnos la ubicación exacta de la abadía. Normal, como ya dije al principio Umberto Eco se abstrajo de dar el nombre del lugar a modo de homenaje a Cervantes y al mismísimo Quijote. Para Eco, el escritor universal más grande fue Cervantes, y el mejor del siglo XX, Tolkien, ¿Se puede pedir más?

Sí, compartir mesa y mantel con él. Y no terminar de hacerle una pregunta y estar haciendo ya otra, ávido de respuestas y que él tenga la generosidad de responderlas y debatir algún punto de vista diferente… eso me pasó a mi cenando con él y otros comensales, en el restaurante favorito del Papa Juan Pablo II, a las afueras de Mantua.

Volviendo a Cervantes, y a El quijote, él llegó a decir que “Cualquier imbécil piensa al escribir cuatro páginas que se va a convertir en Cervantes y luego se queda en Umberto Eco; eso mismo me pasó a mí”. Y lo dijo Eco, no cabe gesto más grande de humildad.

Umberto Eco y un servidor

A principios de 2000 coincidí tres veces con Eco. Dos de modo pasivo, asistiendo a sendas conferencias y en la tercera era yo el conferenciante, en Mantua

  1. Primera en el Istituto Italiano di Cultura, si bien recuero en 1999, cuando yo estudiaba 5º de italiano en el propio Istituto, en uno de los palacetes más bonitos de Madrid. Y eso que yo trabajaba por entonces en el Patronato Municipal de Madrid, otro palacete a menos de 400m del propio Istituto, en la Calle Mayor de Madrid
  2. Segunda en la Facultad de Filología de la Complutense, un año después, en 2000, cuando yo estudiaba 3º de Filología Italiana. Ya había terminado la diplomatura en Italiano del Istituto di Cultura y me adentraba en la cultura y en la literatura italianas de la mano de su lengua. No me resisto a recordar a Aurora Conde, mi profesora de Historia en esos tiempos, con quien inicié una racha de Matrículas de Honor y quien me encauzó y orientó en mi posterior investigación sobre la Historia de Italia..
  3. Investigación que nos lleva, directos, a mi tercera coincidencia con el maestro, pero esta vez era yo el ponente y él quien escuchaba. Ocurrió en Mantua, un el noviembre de 2002. Cuando defendí mi investigación sobre la intervención italiana en la guerra civil española y sus posteriores interpretaciones literarias y cinematográficas, pues el congreso era el Convegno Internazionale Narrare la Storia. Como bien rezaba su nombre, entroncaba Historia y Narración. En mi caso la conclusión de mi trabajo fue que Italia libró su propia guerra civil en la península ibérica, cosa que Eco aplaudió y me dijo, durante la cena, “jamás se me habría ocurrido interpretar la presencia italiana en la guerra civil española como una subguerra italiana, brillante, es brillante
    1. Esa noche, al volver al hotel hablé por teléfono con Madrid, para saber qué había pasado en el Barça-Real Madrid y me contaron que los aficionados del Barça habían tirado la cabeza de un cochinillo a Figo en el Camp Nou (años después hemos sabido que ya pagaban a los árbitros para «no perjudicar al Barcelona«)

Disculpad estas divagaciones futboleras, pero como veréis acumulo muchas pasiones, y por entonces era todavía socio y abonado del Real Madrid.

El caso es que esa noche, en la cena, y tras hablar de mi italiano durante la conferencia, porque la di en ese idioma para enfado de Lawrence Nolfork, el novelista, que estaba también en la mesa, comentamos largo y tendido, tras lo de la guerra, si la ignota localización ubicación de la abadía era ese homenaje a Cervantes que yo comentaba y entre vino y vino se alargó una de las noches más intelectualmente enriquecedoras de mi vida.

En algún lugar de la futura Italia

Hablamos de Italia, y de que la peli se centra en una abadía italiana… pero hemos de tener muy en cuenta que por entonces no existía Italia. No como nación y no existirá hasta mediados del siglo XIX. Era un conglomerado de ciudades estado como ya esbocé y expliqué en mi comentario de la película italiana El oficio de las armas, en el fancine.

Por lo que no estamos en Italia, pero sí en la península itálica. En su zona norte, yo me atrevería a decir que en los Alpes. En mi teoría, al norte de Turín, Milán o Verona. En cualquier caso un espacio indefinido y desconocido, como os decía, para jugar al escondite con la abadía, como si se tratara de la residencia de Alonso Quijano.

Ahora sigamos por el tiempo

Los tiempos de Juan XXII fueron convulsos, cuando menos ajetreados.

La rivalidad entre el imperio y Roma, entre lo terrenal y lo divino ha sido una constante en la Europa cristiana. Leyes religiosas o civiles… ¿Puede la Iglesia interferir en las labores de un monarca? ¿Y en las de un Emperador? ¿Qué pasa a la inversa? ¿La influencia de la iglesia o su intervención en la política terminan con la coronación del emperador? Como veréis no había pocas preguntas, de carácter totalmente práctico, no ya filosófico (que será el que veremos y leeremos en El nombre de la Rosa).

En esos tiempos Europa dibujaba y borraba fronteras con cierta facilidad y las coronas reales e imperiales iban de cabeza en cabeza… Como para permitir que otro poder, tan grande o más que el terrenal metiera sus narices.

Como hizo el papa Bonifacio VIII, unas décadas antes a los días de la novela y de la peli, en tiempos del mismísimo Dante Alighieri, que tomó partido por los güelfos contra los gibelinos (la casa de Baviera contra la de Hohenstaufen) en esta guerra de sucesión al trono imperial.

Cuando el duque de Baviera, Luis IV de Baviera, y el duque de Austria, Federico de Hasburgo se enfrentaron y reclamaron el trono del Sacro Imperio Romano Germánico se convulsionó Europa entera.

Los dos bandos en la contienda serían los Güelfos, a favor del de Baviera y los Givelinos, a favor del de Hasburgo. A su vez, los güelfos respaldaban la autoridad moral y física del papado mientras que los gibelinos circunscribían el poder terrenal al Emperador.

El conflicto, porque hubo guerra, se libraría en la península itálica

El Papa actuó como regente mientras hubo disputa. Y como tal actuaría abrazando el poder terrenal con el poder divino hasta el punto de no quererse desprender de él cuando uno de los dos contendientes, el de Baviera, se impuso al otro. Y no quiso con la excusa de que Luis quería ser proclamado “Rey de romanos”, por lo que el Papa veía menoscabada su legitimidad moral sobre estos, los romanos.

Al final Luis tuvo que marchar sobre Roma para tomar la ciudad y logra que le proclamaran emperador.

Victoriosa la facción güelfa, se subdividió en dos partidos: los güelfos blancos y los güelfos negros.

Hasta Dante se pronunciará al respecto

Ojo, casi contemporáneo a las fechas en las que se desarrolla la trama, pues Dante vivió en tiempos de Bonifacio VIII y Juan XXII sería papa unas décadas más tarde. Dante se unió a los güelfos blancos quienes, reconociendo la ascendencia del papa sobre el emperador, defendían también la necesidad de limitar el poder de Roma no en busca de imponerse a él, al estilo gibelino, sino acotando sus márgenes de actuación.

Dante fue proclamado Embajador de Florencia, en representación de los güelfos blancos ante el Papa, que pretendía anexionar Florencia a los Estados Pontificios y fue enviado a negociar a Roma. Porque en esa negociación estaba la Libertad y la independencia de Florencia y de sus ciudadanos. Pero los güelfos negros se impusieron   y llevaron en volandas al papa hasta que tomó y ocupó Florencia por la fuerza en 1301.

Como veréis la Europa de entonces era convulsa, y me he limitado a pasar muy de puntillas por el tema, para contextualizar el marco histórico inmediatamente anterior a cuando se desarrolla la novela.

Pero, ¿sabéis por qué lo he hecho?

Porque de la lectura, y sobre todo de la película salimos con una idea falsa. Por lo que vemos y por cómo lo vemos la mayor parte de los lectores, y en mayor medida los espectadores salen pensando que han visto un episodio de la oscura Edad Media, y sí es verdad que estamos en la Edad Media (la Edad Moderna, como expliqué en 1492: La conquista del Paraiso llegó de la mano de los Reyes Católicos, tras tomar Granda y descubrir América).

Pero la obra no se desarrolla en tiempos ancestrales, no en los de la mítica Excalibur, sino en los del refinamiento absoluto y de la arquitectura superlativa, a lomos del gótico post románico y a las puertas del Renacimiento, aunque todavía tardaría en llegar…

Personajes de El nombre de la Rosa

Hecha mi contextualización histórica, y un poco literaria, vamos con los personajes, que son múltiples y hay que conocerlos un poquito para no perdernos con la trama de la película.

Fray Guillermo de Baskerville

Es un franciscano cuya procedencia deducimos, bueno, no la deducimos porque el mismo Eco se encarga comunicarnos que procede de las tierras entre Hibernia y Northumbria, en el occidente europeo, tierra de nieblas y lluvias perpetuas. Es decir, de la actual Inglaterra.

Tierras que ayudaron a imprimirle un profundo carácter reflexivo e introvertido agudizando rasgos como la profunda observación de las cosas, la meditación intensa y una capacidad de deducción fuera de lo normal…

Sumado todo esto a su concepto religioso de la vida, su vida espartana, su interpretación franciscana de su vocación y su profunda cultura y avidez por los clásicos permitidos, y los no permitidos también.

Enmarcado todo ello en unos rasgos físicos tales que le hacen parecer ausente y en guardia al mismo tiempo, distraído y agudo, (alto, desgarbado, de mirada aguda y penetrante, nariz afilada, firme barbilla, piel clara y pecosa…), aparentemente presa fácil de la incertidumbre pero curioso y reflexivo en realidad. Ágil y diestro y repleto de reflejos en sus movimientos a pesar de sus 50 primaveras. Joven para nuestros días (yo voy a cumplir 49 no digo más…) pero de edad avanzada y a las puertas de la senectud para su época.

Estos rasgos, junto con su pasión por las “máquinas”, capaces de reproducir el paso del tiempo, atraer metales y demás prodigios del arte al servicio de la ciencia hacían que él y sus hermanos franciscanos de las islas sintieran atracción por lo espiritual tanto como por la ciencia de las máquinas, “que es magia natural y santa”, como dijera Roger Bacon, admirado por Fray Guillermo como su maestro.

Eco toma tres personajes precedentes para inspirar la creación de su Guillermo:

  •    Dos históricos:
    •     El filósofo y teólogo franciscano Guillermo de Ockham, autor del Principio de parsimonia o de Economía denominado “La navaja de Ockham” entendiendo por “principio de economía” como el modo de ahorrar (sobre todo tiempo y esfuerzos y razonamientos innecesarios) que decía “en igualdad de condiciones la explicación más simple suele ser la más probable”, aunque esto no debería considerarse dogma pues él mismo deja la puerta abierta a su propio error porque podría ayudar a desincentivar la investigación, por lo que propone que toda teoría, sencilla o compleja, debería sustentarse en el estudio y en las pruebas que doten de validez cualquier conclusión, sea simple o compleja. Es decir, el Método científico
    •    Uno de los impulsores del Método científico, Roger bacon, de nuevo un filósofo y teólogo, inglés que bebe y se embebe de la obra de Aristóteles
  •   Otro literario: Sherlock Holmes, a quien no creo que sea necesario que os presente pues forma parte de la cultura popular europea desde 1887, cuando lo creó Sir Arthur Conan Doyle. Un detective conocido y reconocido por su fortaleza, que es su intelecto, y sus debilidades, que son sus adicciones. Aunque estas últimas no empañan (del todo) la capacidad intelectual, la inteligencia (no emocional) y su capacidad para el razonamiento deductivo

La suma de estos nombres propios, los de las personas y el del personaje, arrojan un Guillermo de Baskerville que se convertirá, por la descripción que de él hace Eco y por la interpretación de Sean Connery en un personaje de primera fila de la cultura popular de finales del Siglo XX. Por derecho propio.

Luego está Adso

Quien se convertirá en el narrador de la novela/película y de quien ya he dado un par de apuntes a propósito de la orientación política suya y más que suya, la de su padre.

Si bien, como os decía, Adso es el narrador omnisciente que todo lo sabe puesto que nos narra su propia vida, a modo de biografía, intercala 18 años. Empieza como un pardillo y la vida en la Abadía, esa semana, mas (suponemos) el viaje de ida hasta ella harán que vaya rompiendo el cascarón y empiece a pensar por si mismo.

Hasta el momento su padre era quien tomaba sus decisiones y estas le venían tomadas. Con Guillermo se podría pensar que ocurre y ocurrirá lo mismo, pero el de Basrkerville es bien distinto. Donde el padre plantea respuestas irrefutables, Guillermo plantea preguntas con respuestas inescrutables.

Ese es el modus operandi de Guillermo, al que se tendrá que habituar el novicio, poco acostumbrado a pensar por si mismo.  El proceso de maduración se precipitará conforme ayude a Fray Guillermo a recabar información para su investigación. Y más aún cuando el fraile investigador le haga preguntas para que le ayude a dilucidar el origen del mal por el que ha sido convocado.

Presentados los dos protagonistas, sigo con algunos de los secundarios principales…

El abad, Abbone da Fossanova

Un hombre celoso de la buena reputación de su abadía que se ve sorprendido y sobrepasado por los hechos por los que recurre al investigador inglés. Sabe de él porque conoce su anterior trayectoria como juez en la Santa Inquisición y por sus maneras poco ortodoxas de hacer justicia, más fiel, como decía antes, al método científico que a la religión y al dogma de fe, en el que él no cree. Recurre a él por su discreción, su educación, y por su apertura de miras y su capacidad de deducción.

Todo lo dicho haría del abad una gran persona, pero parece que Guillermo deducirá que le preocupa más la reputación de la abadía, que en último extremo sería la suya propia, como líder y gestor, que la de los monjes con los que convive. Esta deducción llegará a irritar al abad, tanto como para retirar al franciscano de la investigación para la que le llamó.

Adelmo de Otranto

Es el monje cadáver. Es la razón por la que el abad convoca a Fray Guillermo.

Amante secreto (y a escondidas) de Berengario, el ayudante del bibliotecario. He dicho “amante” pero no es tal cosa. Digamos más bien que cedió al deseo perverso y pervertido de Berengario, un monje con gustos cuestionables por la carne masculina. Y digo “cede” porque el objetivo de Adelmo no será tener placer, sino darlo para poder acceder a un libro prohibido. Poco menos que la manzana del paraíso.

Por alusiones el siguiente en entrar en el podcast será el pervertidor y ayudante del bibliotecario…

Berengario de Arundel

Ayudante de Malaquías.

Una pésima persona.

Un prevaricador de manual que no duda en abusar de su posición para alcanzar cuanto desee, como hizo con el pobre Adelmo, a quien se pasó por la piedra para permitirle echar un vistazo al libro de marras.

Malaquías, el bibliotecario

Él y nadie más que él puede campar a sus anchas por la biblioteca. Tiene acceso ilimitado a todos los libros, los permitidos y los prohibidos. Soberbio, pero algo necio, capaz de ser tirano y títere al mismo tiempo convertido en marioneta de Jorge de Burgos, quien lo amedrantará y dominará psicológicamente.

Malaquías será el verdadero obstáculo para impedir, en todo momento, que Guillermo y Adso puedan campar a sus anchas por la abadía.

Venancio de Salvemec

Compañero de Adelmo, y traductor en el scriptorium. Comparte las inquietudes intelectuales de Adelmo y será el que muera tras la llegada de los protagonistas. Aparecerá sumergido en sangre de cerdo pero la causa de su muerte es envenenamiento.

Alinardo da Grottaferrata

Némesis de Malaquías. Está avinagrado desde hace décadas, cuando se preparaba para ponerse al frente de la biblioteca, por méritos, galones y veteranía y fue desplazado, contra toda expectativa por Malaquías, quien le quitó el puesto.

Habría o podría haber sido de gran confianza para Guillermo de no ser por su insistencia sobre la cercanía del Día del juicio final. Insiste tanto que nuestro detective empieza a pensar si habrá algún patrón de comportamiento que vincule los asesinatos con el Libro del Apocalipsis.

Así y con todo, será de gran utilidad para que avance la investigación de los crímenes de la abadía.

Niccola da Moriomondo

Él descubrirá a Guillermo la rivalidad entre Alinardo y Malaquías. Es el vidriero de la abadía. Como artesano del vidiro estará alucinado, impresionado y obsesionado con las lentes que luce Fray Guillermo. Incluso se atreverá a hacer unas de repuesto en un momento de la peli en la que le robarán las gafas al detective.

Jorge de Burgos

A quien ya he mencionado varias veces y merece su propia presentación, pues es una figura clave en esta partida de ajedrez.

Es el más veterano de la abadía, pero no el más anciano, que ya he dicho que es Alinardo. Erudito lingüista y versado en lenguas. Características extraordinarias para la labor de copista y de traductor, oficio en alza en aquellos tiempos, y más por el ejemplo que daba en toda Europa la Escuela de traductores de Toledo, por iniciativa de Alfonso X, el Sabio, a quien dedicaré unas palabras más adelante.

Bernardo Gui

Dominico, pertenece a la Santa Inquisición y persigue a los herejes.

Conoce a Guillermo de años atrás y hay una gran rivalidad entre ellos, pero ahora no puede haber duelo intelectual alguno porque desde que se conocieran (ambos dentro de la inquisición) hasta ahora, Guillermo la ha abandonado por sus propios principios y Bernardo ha ascendido vertiginosamente hasta el punto de ser peligroso medirse retóricamente a él porque podrías terminar ardiendo en la hoguera.

Alcanza el puesto demostrando ser un defensor a ultranza del papa y de su poder tanto como odia a los herejes y a los espiritistas. Es un arribista de tomo y lomo que excede sus mandatos para ganar puntos y ascender puestos en el escalafón inquisitorio.

No dudará en destapar el pasado hereje de dos monjes de la abadía para encasquetarles la autoría de los asesinatos y justificar, de este modo, quemarles en la hoguera. Estos dos monjes fueron dulcinistas, que ahora explicaré, y huyeron cuando estos cayeron. De ahí que Bernardo les haga pagar el pato vengando así su pasado como herejes.

Fray Dulcino

Un personaje ausente pero omnipresente a lo largo de la trama. Los monjes se refieren a él como un radical que abandonó la orden franciscana para irse a predicar  la pobreza absoluta y para inducir a todo el mundo a que se desprendan de los bienes materiales.

Terminará siendo un hereje y su apellido dará nombre a los dulcinistas, nombre por el que se conocerá a sus seguidores: bandoleros con aires de místicos que arrasaban las aldeas por las que pasaban y terminaron ejecutados y de entre los pocos supervivientes escaparon Remigio y Salvatore, presentes en esta abadia.

Remigio da Varagina

Antiguo franciscano que cambió de hábitos por los benedictinos huyendo de esa persecución religiosa que terminó con el resto de dulcinistas. Encuentra, oculta y pierde el primer cadáver. Lo encuentra, pero no denuncia su aparición porque teme que le tomen por asesino. Al día siguiente regresa a por el cadáver y éste ha desaparecido.

¿Por qué estaba merodeando por los alrededores? Es la respuesta más fácil y más difícil al mismo tiempo. Cuando Guillermo le interroga se lo pregunta y Remigio termina confesando que robaba comida para dárselo a una chica de la aldea a cambio de beneficiársela. Por eso callaba con respecto al cadáver, para que nadie descubriera que se saltaba el voto de castidad.

La mala suerte hará que esté en el hospital cuando asesinen a Venancio y esto hará que pase por los interrogatorios de la Inquisición. Y por miedo a ser torturado termina confesando en falso su autoría de los asesinatos y arrastra consigo a Salvatore tras descubrirse que era seguidor del tal Dulcino y que él escondía cartas heréticas dentro de la abadía.

Salvatore de Montferrat

Si piensas en El nombre de la Rosa te vienen dos personajes a la cabeza: el de Guillermo, encarnado por Sean Connery y Salvatore por Ron Pearlman. Quizás sea el personaje más carismático de la novela y sin duda lo es de la película.

Grotesco, animalesco, dulcinista y con algún rastro de discapacidad intelectual amén de ser como el jorobado de Notre Dame. Habla un esperanto raruno y se le entiende de aquella manera aunque dentro de su latín macarrónico se hará entender lo suficiente como para convertirse en clave para que avance la narración. Es el conseguidor de las chicas que se cepilla Remigio y en un ritual empleado para someter la voluntad de una de estas lugareñas es descubierto y puesto a disposición de Bernardo.

Ubertino da Casale

Este es un franciscano.

Su postura política (acordaros de los gibelinos) es más cercana al emperador que al papa. Por eso no está entre los franciscanos que vienen a discutir sino exiliado entre los benedictinos porque está perseguido por el papa al abogar porque éste debería abandonar sus aires de grandeza y abrazar la pobreza apartando de si sus riquezas.

Nada tiene que ver con los asesinatos, pero pondrá los pies el polvorosa cuando bernardo empiece a repartir acusaciones de brujería porque sospecha que le puede caer alguna al haber sido y ser contrario al papa y partidario del emperador.

Michele da Cesena

(Sí, la ch en italiano se pronuncia como nuestra K, así como su c en como nuesta ch). Este monje predica la pobreza de Jesucristo y aboga porque la iglesia abandone sus riquezas y se suma en la mas estricta pobreza. Ni que decir que es otro partidario gibelino y tiene al papa en contra. Años después terminará engrosando el séquito del propio Emperador sabiéndose perseguido por la inquisición y por el papa en Aviñón.

Como veréis os dije que eran unos cuantos personajes y no os había mentido. Y me he saltado alguno para no hacer interminable el podcast. Con los expuestos vamos bien servidos…

Lo prometido es deuda, dejadme que dedique unas líneas a…

Alfonso X el sabio…

Volvamos a acotar la narración con fechas, para centrarnos.

  • Fechas del rey castellano Alfonso X: Reinado desde 1252 a 1284
  • Fechas de Juan XXII: Papado desde 1316 a 1334

Si algo ha de llamarnos la atención es lo siguiente…

Alfonso reinó medio siglo antes del papado de Juan. Y me diréis que qué importa para el tema que nos compete… Todo. Importa todo.

Mientras vemos que la abadía, y la Inquisición (por cierto, inglesa sobre todo en la peli) están sumidas en un oscurantismo brutal, medio siglo antes, en España, la luz y la cultura fueron el blasón de nuestro monarca. Esa Escuela de traductores supuso un empuje para la cultura, hasta popular, porque se tradujeron obras del árabe, latín, griego y del y al hebreo. Haciéndolo, el crisol lingüístico, y cultural en que se había convertido España la convertía en faro de conocimiento y sabiduría para toda Europa, África y Asia. Vamos que siglos antes de ser el centro político del mundo entero ya lo éramos cultural e intelectualmente.

No solo se tradujo

También se produjo, como la primera Crónica General de España, en 1344. Curiosa fecha si tenemos en cuenta que Italia no se unificó (uniendo las ciudades estado) de 1850 y Alemania en 1870. Por lo que vemos que mientras que Europa avanzaba a tientas España era una Nación sólida, transoceánica, multicultural y con diversidad racial, cosa impensable en las demás (todavía inexistentes) naciones europeas hasta por lo menos la aparición del Reino Unido en 1707).

Pues bien… dicho todo esto, de ahí bebe Jorge de Burgos que, como no podía fallar, siendo español, es el malo de la película. Pero eso es lo de menos, lo que está claro es que por su nacionalidad se deduce que la autoritas intelectual era para los españoles, capaces de hacerse valer con la espada y la pluma en cualquier duelo físico o verbal.

Por mucho que se quiera poner a un español como el malo, que lo es, y lo respeto porque es la voluntad del autor, lo es como persona y no como español. Hago ese distingo para comprender que, implícitamente, Eco ataca a Jorge pero ensalza a España porque llevábamos siglos de ventaja en materia de traducción de textos literarios.

Vuelvo a El nombre de la Rosa

Escenario del crimen

Presentados pues los protagonistas, nos enmarcamos en el escenario de la obra, aunque tal vez debiera decir: del crimen

Pues es éste y no otro el verdadero motivo del viaje de Fray Guillermo, el Abad de la Abadía le había hecho llamar pues su reputación como inquisidor e investigador trascendía las fronteras, y por tales motivos pensó en él a la hora de desentrañar los misterios que rodeaban a un crimen que había tenido lugar en su abadía. Obra sin duda del Anticristo por llegar, pero que agitan el espíritu terrenal del Abad quien espera, en cinco días a partir de la llegada de Fray Guillermo y de Adso, una reunión con religiosos franciscanos (sus rivales) con el objeto de debatir sobre la pobreza de Cristo.

Ojo, cuando menciono al Anticristo, como autor de los asesinatos, o del asesinato y de los que podrían estar por llegar, será, más que en referencia, como alusión a la superstición de un grupo de monjes, de los más radicales, encabezados por un tal Jorge de Burgos, el anciano y ciego ex bibliotecario de la abadía, cuya fe es más ciega que su propia vista.

Por eso tiene prisa por resolver el entuerto, pues espera invitados y no sería plato de buen gusto debatir en una atmósfera viciada por la voluntad del Maligno.

Estos cónclaves empujaron, y otras veces retuvieron o contuvieron incluso mantuvieron la evolución de la Iglesia y del cristianismo, que es lo mismo que decir de Europa, pues Europa se forjó sobre la cruz. Con países, idiomas, culturas y geografías distintos, pero todos iguales en su fe, en su credo y en su religión.

El debate por llegar será sobre la necesidad de despojar a la iglesia de sus riquezas y sumirla en la pobreza. Esta postura la defendían los jesuitas y los benedictinos la opuesta, y queriendo o sin querer, cada uno se alineaba con una facción de las guerras de sucesión para el imperio, pues los franciscanos parecían defender los intereses del emperador mientras que los benedictinos se alineaban con el papa y la inquisición.

De ahí la importancia de la cita que tendrá lugar en la abadía, que convertiría el lugar en el epicentro de la Fe durante el tiempo que se tomasen para debatir. Pero para filosofar y debatir hay que tener claridad de ideas y paz de espíritu. Y con los crímenes sucedidos y por suceder en la abadía, poca paz tenía el abad. Esto mantenía distraídos sus pensamientos del debate por celebrar y le mantenía agitado, de ahí que, aún siendo ellos benedictinos, se pusieran en las manos del franciscano de Baskerville. Para que pusiera paz en la Tierra y pudieran centrarse en debatir sobre lo divino.

El cónclave tendrá lugar en cinco días a partir de la fecha de llegada del franciscano Fr  ay Guillermo y de Adso, su pupilo benedictino.

Suspense, rigor histórico, datos reales combinados con maestría en el contexto de la novela negra que nos concierne, libros prohibidos, órdenes religiosas proscritas, la Santa Inquisición, el Anticristo y el apocalipsis, Aristóteles prohibido, recintos sagrados (profanados) y laberintos a las puertas del reino del Señor… A propósito de los laberintos, si os gustan y queréis profundizar más en ellos, en su idiosincrasia y en su significado os recomiendo El libro de los laberintos de Paolo Santarcangeli.

Ingredientes todos ellos que Umberto Eco supo conjugar de tal modo que hizo de El nombre de la Rosa un auténtico éxito en las librerías de todo el mundo (principalmente europeas) en 1980. Eco, semiólogo, escritor, Doctor en Filosofía por la Universidad de Turín y Catedrático en Semiótica por la Universidad de Boloña jugaba con ventaja a la hora de sentarse a escribir una de las mejores obras del s.XX.

Él sabía cuán atractiva resulta la novela negra para el gran público. Ni que decir que contaba, de antemano, con que a más de uno se le ocurriría más de un paralelismo entre Fray Guillermo y el mismísimo Sherlock Holmes. Esto ayudaría a mitificar al primero por el mero hecho de compararlo con el segundo.

En esta película veremos incluso un juicio de la Santa Inquisición, sus procedimientos y sus hábitos terrenales a la hora de tomar decisiones divinas.

A diferencia de la novela, la película huye de latinismos, que los hay, pero con cuentagotas. En la novela, sin embargo, leemos párrafos y páginas enteras escritas en latín, cosa que espantó a más de un lector, a lo   s más mediocres y menos cultivados, pues tal era una de las intenciones del propio Eco. Amén de demostrar que sabia escribir un bestseller, y demostrar lo atractiva que es la novela negra en cualquier tiempo, mientras esté bien escrita y descrita, Eco quería hacer una criba intelectual para que la comprara una muchedumbre y la terminara de leer el porcentaje más selecto de su público. El de cultura media/alta.

Sin embargo, y para no perder ese otro foco de lectores, el menos cultivado, Eco asume el reto de esgrimir su verdadera especialidad, la semiología, (estudio de los signos y de los símbolos) para dotar de dos niveles superpuestos de comprensión lectora. Esta semiología, o semiótica, serán todos los adornos retóricos que use el autor para preñar de sombras la abadía: gárgolas, relieves, iconografías en los libros… hasta las horas destinadas al rezo…

Mediante ellos aumentará el interés del lector menos capacitado, pues crea una atmósfera opresiva y oscura en la que el intelecto de Baskerville servirá de guía y faro y lo logrará desenmarañando para Adso, y por proyección, para los lectores menos avezados, los recovecos de la trama. Serán el atrezo perfecto para quien se queda en la superficie.

Y para quienes gusten de profundizar en la lectura, porque tienen las claves de interpretación necesarias y una cultura por encima de la media, para esos incluye los párrafos y páginas enteras en latín, y una semiótica que, sabedores de parte o todos sus significados multiplican exponencialmente el disfrute de su obra.

Semiología

No obstante, la semiología es una rama de la filosofía (trasladable a la filología) mediante la cual se interpretan los signos hechos por los humanos para comunicarse.

Y si un signo es concebido para contener, retener y filtrar según qué partes de un total mayor de información, a modo de pista… pues estamos rizando el rizo, que es lo que Eco hará en la novela y Annaud sabrá respetar prescindiendo de lo excelso. Como hará años después Wolfgang Petersen en su película Troya, que simplifica al máximo la Ilíada.

Recorta todo lo relacionado con la interacción divina en el plano mundano, es decir, no ya vulgarizando la obra (o abriendo su facilidad de ser comprendida a estratos más grandes de la Sociedad) sino mutilándola al privarnos de un aspecto clave dentro de la mitología: la convivencia entre humanos, héroes y dioses. Pues eso hace aquí Annaud, dando tijeretazo al latín.

El nombre de la Rosa es casi un pecado

Es decir: El nombre de la Rosa está escrita para que lo disfrute todo tipo de lector, y cuanto mayor sea tu formación académica y tu cultura general, mayores cotas de placer alcanzarás. Si eres historiador, o religioso, ese placer puede resultar quasi pecaminoso y si eres filólogo estarás coqueteando con la excomunión… ahí lo dejo.

Sobre Jorge de Burgos, la labor de los copistas, los traductores, los escribanos y el poder que te confiere la información.

De hecho, no hemos de dar la espalda a la realidad para comprender que el saber, el conocimiento, la filosofía y las ciencias incipientes se acumulaban en este tipo de abadías. En ellas se congregaban monjes cultos, letrados y versados en idiomas, aislados de la muchedumbre inculta que no sabía leer ni escribir. Todavía estamos a varias décadas de la llegada de la imprenta de Gutenberg, que entrará en escena en 1440 y revolucionará el conocimiento y la propagación del mismo a nivel mundial.

A falta de imprenta…

Pero hasta que llegue la imprenta los copistas y los escribanos serán la punta de lanza de la transmisión del conocimiento. Esto convertía estos templos espirituales en templos del saber, y hasta del poder, porque el conocimiento, y la información son poder.

La información es poder. Y quien tiene la información, y decide dosificarla lo acrecienta. Esto me lo explicó Carlos Paniagua, presidente de Paniagua Consultores y presidente de la Patronal de las Relaciones Públicas y Comunicación, ADECEC, ahora Asociación ADC, cuando yo era su gerente.

Y esa información, y su dosificación, era la que tenía y a la que aspira Jorge de Burgos en la película.

Ya hemos hablado de dos líneas argumentales a la que sumaré y después desarrollaré una tercera:

  1. Los asesinatos en la abadía
  2. Contexto sociopolítico que enfrenta al Imperio y a la Iglesia
  3. El debate que se va a celebrar sobre la pobreza de Cristo y por ende, de la iglesia
  4. El libro Poética de Aristóteles, un tratado sobre la comedia…

Vamos con el tratado sobre la Comedia

Que es la madre del cordero en esta película.

Ya he hablado de Jorge de Burgos. Y he hablado de su obsesión por poner cerco en torno a si mismo para dosificar el acceso a los libros de la biblioteca. Y sabemos que hay muertos por haber sido envenados… Y si no he mencionado el veneno antes lo hago ahora. Los muertos comparten esa propiedad: tienen veneno en las yemas de los dedos y en la lengua.

Y también asistiremos a debates sobre el humor, la risa y la comedia, como el que protagonizan Jorge y Guillermo en la biblioteca después de que Jorge hay a mandando callar a los benedictinos por haber roto a reír por el susto que se ha dado uno de los monjes por la presencia de un ratón. Pide disculpas a Guillermo y hace una observación sobre lo indulgentes que son los franciscanos para con la risa.

Guillermo le da la razón y observa que el propio San Francisco de Asís tenía tendencia a la risa y la réplica de Jorge no es otra que decir que los hombres que ríen, con el paso de los años se desfiguran y terminan asemejándose a los monos.

El Quijote y El nombre de la Rosa

No puedo terminar este podcast sin entresacar otro paralelismo entre El quijote y El nombre de la Rosa, en sendos episodios de quema de libros. Es verdad que la una es intencionada y la otra por accidente, pero no deja de ser alegórico que ambas lecturas pasen por oler a papel quemado y a cientos de historias, con minúscula y con mayúscula, quemadas…

Hablando de risa y de inteligencia, tampoco puedo despedir este podcast sin mencionar la prohibición, esta misma semana, de la escena del hombre que quiere tener derecho a tener derecho a parir en La vida de Brian de Monty Python. La han eliminado de la versión teatral para no herir sensibilidades.

Como dice el propio Guillermo de Baskerville a Jorge de Burgos: “Aristóteles dedicó su 2º libro de poética al Humor como instrumento de la Verdad”.

Creo que este es el mejor colofón para un podcast en el que la inteligencia se mide por la capacidad para tener sentido del humor, pues sin humor no hay inteligencia. 

Podcast de cine: El nombre de la Rosa

Otras películas

Ir al contenido